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Foto del escritorSébastien Bangandu

Verano 2023, una gran misión : Puebla


Después de nuestra estancia en Pachuca tomamos el Autobús para Puebla, fue un viaje casi de tres horas solo con una mochila y nuestras ganas de seguir compartiendo la fe con los demás.

En esta ocasión estuvimos una semana en Calmécac, un pueblo del Municipio de Tepexco, Puebla. Fue una semana especial porque estuvimos en el pueblo natal de nuestro hermano José Alberto, ahí el Párroco nos recibió con mucho gusto y estuvimos visitando algunas capillas de pueblos que pertenecen a la parroquia. De hecho, visitábamos un pueblo por día. El objetivo era saludar a los jóvenes y presentar a la congregación, sin embargo, fueron surgiendo otras actividades en el transcurso de la semana, pues los grupos también querían alguna plática o encuentro.

Por la mañana salíamos para un pueblo diferente cada día y regresábamos por la tarde. Tuvimos la oportunidad de compartir con el Movimiento Familiar Cristiano y otros grupos. La gente es muy acogedora y nunca falto quien nos ofreciera un vaso de agua o a veces un refresco, ya que en esos días la ola de calor azotó a toda esa región. Algunos se enfermaban y otros vivían con la preocupación porque no había llovido.

La mayoría de las personas se dedican al cultivo de cacahuate, cebolla y algunos otros alimentos, pero como no había llovido no podían iniciar la siembra de este año.


Esta situación me hizo recordar la confianza en Dios que muchas veces puedo perder. Recuerdo a algunas familias decir: —“no ha llovido y nos preocupa, pero confiamos plenamente en que Dios nos enviará la lluvia en el momento adecuado, siempre lo hace, él nunca nos deja solos”.


Esas palabras me hicieron pensar en todas las ocasiones en las que perdemos la confianza en Dios, nos preocupan mucho los problemas y nos afligen porque pensamos que la solución solo está en nuestras manos y nos volvemos arrogantes sintiéndonos “todopoderosos”. Pero también hay que confiar en Dios, es un signo de fe. Y junto con la confianza viene el agradecimiento; esta gente al final de la cosecha se reúne en la iglesia para dar gracias a Dios por todo lo que han cosechado ese año.

Es una maravilla pensar en el amor con el que se hacen las cosas y confiar en Dios, y sobre todo darle gracias por la vida misma.


La siembra es un trabajo que beneficia a muchos, por eso las personas se ayudan entre ellas, quien siembra maíz lo intercambia por cacahuate, quien siembra sorgo lo comparte con el que tiene vacas. Me parece que esta es otra forma de manifestar la unidad entre los hermanos y que también es un signo del Reino de Dios en nuestra realidad.

Al final de la semana de igual forma tuvimos un encuentro con los jóvenes de la parroquia. Se reunieron alrededor de setenta jóvenes y de entre ellos decidieron formar el grupo de pastoral juvenil ya que aún no había una PJ en la parroquia.


Los matrimonios del Movimiento Familiar Cristianos nos apoyaron en todo momento y ellos continúan la misión con los jóvenes. Ese día del encuentro compartimos acerca de la vocación e hicimos un panel vocacional donde varios jóvenes preguntaron a cerca de los diferentes estilos de vida.

Quisiera compartir también que esta fue la primera misión que hacemos juntos los Agustinos de la Asunción y las Orantes de la Asunción en México, pues nuestra hermana Hermelinda, Orante de la Asunción nos acompañó durante la semana y estuvimos muy contentos de compartir la vida y la misión con nuestra hermana.


Creo que esto fortaleció mucha la relación que tenemos con toda la familia de la Asunción en México.

Después de esta semana hicimos una pausa para ir al encuentro de religiosos de la región, pero la misión no termina aquí, continuará…


Hno Rafael Huerta Ramos, a.a.

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